sábado, 30 de agosto de 2008

Recuerdos Liceales

De mis recuerdos de alumna del Liceo de Aiguá , generación 1968 / 1972, mis compañeros, muchos de ellos amigos de toda la vida, desde la escuela, están siempre presentes, y entre los docentes hubieron algunos que han quedado incorporados a nuestros afectos: Carlos Tizze, Aura Gatti, Dehera Gómez, Herman Pérez,el “Maestro Pedro”, Marina Bustamante, Rodolfo Robaina, Elsa Martínez, Boroná, Mirta Corbo,Gladis de Soler, Cristina Pitta, Blanca Marichal, Rogelio Fiorenza, Noel Fumero, Prunel, Cora Amorín, Alicia Tizze, Pablo Pérez, Mabel Mancuso,Juan Carlos García, Olmedo, Altesor,”doña Manuela”,”Madame” Coleratti,…y los funcionarios , todos ellos muy queridos: Amalia Tabeira,Sofía Pereira, “Pinocho” Santos, Amalia Etcheverry, María Esther Peña (“Pompon”),Zunilda Robaina.


En estas páginas, de todos esos recuerdos, quiero resaltar el de una persona muy especial; un docente respetuoso, cordial, justo, una persona por la cual siempre sentí admiración por sus conocimientos de filosófía y su pedagogía, además del aprecio sincero que guardo por el ser humano que fue, me refiero al Director Prof. Carlos A.Echenique.

Tuvo una actuación docente en el Liceo de Aiguá, como Director, entre los años
Lo tengo bien presente, siempre correctamente de traje y corbata, caminando por los patios en los recreos, deteniéndose a charlar con los alumnos, o en las clases libres ,cuando venía a nuestro salón y realizábamos lecturas y comentarios de aquellos libros y autores evidentemente de su preferencia: José Enrique Rodó, José Ortega y Gasset, Carlos Vaz Ferreira.

En el año 2000, siendo yo funcionaria del Liceo, y estando él radicado en Minas, ya retirado de su labor docente, tuve oportunidad de hablar con él, para realizarle una invitación con motivo de la despedida de la Prof.Ana María Fernández, y sentí mucha nostalgia y tristeza porque me manifestó que prácticamente ya nadie lo recordaba y me agradecía que yo lo hubiera hecho. Su primer pregunta fue por la Biblioteca Liceal, y me dijo que ese era “nuestro tesoro” que lo cuidáramos como tal, lo cual confirma su amor y dedicación a la cultura.
Me obsequió dos de sus libros: “Relatos vivenciales “ y “Recuerdos Docentes”, los que atesoro entre mis libros preferidos.
De su Libro “Recuerdos docentes”, quisiera compartir lo que escribió el autor, ya que siento que formé parte de esos alumnos interesados que seguían la corriente de su pensamiento filosófico, y que abrieron sus mentes a las ideas y a la esencia del espiritu: el alma.


Sorpresas de una vocación……
Un principio muy grato involucra este ensayo. El mismo resulta de variadas circunstancias, con intervalos prolongados, pero animados de fuertes impulsos vocacionales, como justificación de la diversidad de una demanda psíquica que impuso una preocupación irrestricta de las generalidades humanas. No puede alejarse su causa de un proceso escolar, donde las partes diferentes en edades, maestro y alumnos propiciaron los hechos. Así, aparece la instancia en que el maestro, con una metodología oportuna, trabajaba a sus alumnos, en los aspectos comprensivos y de razonamiento, con una preferencia muy visible de sus simpatías, desde las posibilidades que le ofrecía la lectura de clase. Esta consistía en el dominio mecánico del texto y,a continuación, aspectos gramaticales tras el mejor uso del idioma nacional y la interpretación de las ideas puestas de manifiesto por el autor. La parte de mayor atracción para el alumno interesado, era la hermenéutica de las ideas que el maestro desarrollaba con preferencia vocacional.
Uno de los apoyos metodológicos del profesional docente, era la enunciada lectura, para cuyo fin, la escuela pública contaba con valiosos ejemplares, que contemplaban a través de páginas escogidas de obras clásicas y de iniciación humanística o científica (sin perjuicio que en la etapa interpretativa), se efectuara el manejo de las ideas, con el espíritu investigativo, buscara las líneas de pensamiento del autor considerado.
Para un futuro investigador de las ideas, aquella práctica cotidiana posibilitó una orientación futura en su destino nacional. Buscar pensamientos del autor, era un entretenimiento agradable, que satisfacían una exigencia personal. Teóricamente, el arte de la interpretación aparecía a merced del uso profano. Era el momento de la jornada escolar que mayores atractivos diarios se le ofrecían como bienes de cultura en la escuela.
El día que el maestro comentó una página de José E.Rodó, para él, mantuvo un recuerdo imperecedero.
El planteo literario del texto responde a una postura de pensamiento neoidealista. Se trató de aquel fragmento de “El Mirador del Próspero”, “Mirando el Mar”-.
La observación progresiva del autor,de las variantes físicas del mar proporcionaban la motivación de la reflexión, que empieza con la enumeración de los aspectos de su grandeza y se justifica su bendición en el toque leve de esas cosas delicadas que emanan de las expresiones más sútiles de la inspiración humana.
Ese recuerdo indeleble, como un aviso vocacional, predominó en la orientación de su futuro, fue el antecedente dominante en las instancias decisivas de sus determinaciones infantiles y estudiantiles.
La culminación de aquel proceso formativo tuvo por superación la hora, cuando como docente asume las responsabilidades de un cargo en la enseñanza superior. Allí se encontró con mucha gente que, después de haber cumplido con deberes de profesionales liberales, cargos públicos o en la industria y el comercio, volvían a encarar su firme deseo de alcanzar una formación de cultura superior. Coincidía, así, con las ideas del inspirador del aquel centro de estudios, que había soñado con satisfacciones para los esperanzados de papeles protagónicos en el concierto social. En aquella universidad, el promotor de la obra había propuesto dar oportunidades de conformación a los más diversos deseos de superación cultural, acaso, no evidenciados en gran parte de la vida, que fuera sujeta al cumplimiento de necesidades imperiosas.
La vida no limita treguas y reclama ansiosamente soluciones,- acaso suficientes para desviar preferencias íntimas y oprimir con garra felina-, las intenciones naturales del prójimo.
Los sueños del idealista de la enseñanza superior adquirían el grado de confirmación en la persona de aquel aspirante sexagenario.

La existencia supone una tarea seria y comprometida.

La docencia que integra esa línea de tiempo, es una etapa de participaciones, de aventuras emotivas, imitaciones, conquistas, luego de acciones positivas y voluntariosas, tras el logro de esas valoraciones finales. En consecuencia, se enseña y se aprende en su ejercicio inspirado.

No es ambicioso, -entonces-, el deseo de aproximación a esas sanas y esperanzadas aspiraciones, a que van dirigidos los contenidos de estos relatos, que publicamos, por ser productos de circunstancias vividas. Más, procuramos con ello, por el fervor de su interpretación, el ejercicio de una sinceridad natural que, tras su narración, promueva un estado propicio al uso de un lenguaje, preferente a esas plausibles expresiones.

El lenguaje resume vida y fomenta la esperanza, que reanima para la repetición de estas situaciones, que, en la extensión del tiempo y del espacio, signifiquen, también, peripecias y cultura para una supuesta realidad: la original y peculiar de nuestros pueblos.
C.A.Etchenique




Los Libros publicados por el autor son los siguientes:

- Junta Económica Administrativa de Cerro Largo – 1977
- Las Ideas Pedagógicas del Dr.Berra – 1981
- Dr.Prudencia Vázquez y Vega – 1989
- Notas Relativas a la Integración Latinoamericana- 1993
- Relatos vivenciales – 1995
- Recuerdos Docentes -1998
De su Libro “Relatos Vivenciales,” decidimos extraer uno, que el autor lo cataloga entre los Memorables, que involucra a nuestro Liceo y especialmente a una funcionaria que mi generación conoció y apreció mucho :y que el autor se reserva de nombrar, y que no es necesario hacerlo porque del relato surge su imagen inolvidable y su voz llenando los pasillos y recreos.
El Reloj

Era una persona íntegra en la amplitud natural de sus posibilidades individuales.Su nobleza de carácter se revelaba en la diversidad de sus acciones. Sin dudas, sin resistencias a las obligaciones funcionales, aceptaba todas las órdenes de sus superiores, sin menoscabo de la estima de sus compañeros. Era consecuente al servicio, sin excesos de preferencias y exageraciones de los servilismos, que desnaturalizan sus responsabilidades ponderadas,en una escala de valoraciones.
El nivel ocupacional de su desempeño estaba determinado por la oportunidad o circunstancia,más que,por las condiciones naturales de aquella persona humilde y sin tradiciones familiares, que,sin efectuar una ostentación de oropeles artificiales, cumplía con sus labores diarias, regular, responsablemente y con una eficacia singular, en el grupo común de sus compañeros. Acaso, estas manifestaciones fueran las causas de los comentarios positivos, en ciertos momentos, sin perjuicio, que no lo hubieran de los otros, cuando no se asimilaba la espontaneidad de sus sentimientos. Aquéllos, a través de los comentarios interesados, subestimaban la disposición abierta de la compañera de trabajo, porque, generosamente, en cualquier oportunidad de las funciones de servicio, estaba dispuesta a ofrecer su aporte o colaboración a la feliz terminación de un proyecto o obra personal.
La firmeza de su carácter apartaba del terreno de la desconsideración directa o lesiva, a todas aquellas acciones discutibles de su estilo inconfundible, en el desempeño de sus tareas funcionales.
Qué debía observar más recato en las instancias del servicio, -sobre todo-, en aquellos momentos de trato directo con sus superiores jerárquicos? Era una opinión que podía resultar más interesada que compasiva. Todo podía suponerse o admitirse en el juego suspicaz, y, aún, egolátrico, de las labores cotidianas del empleo público. Las posibilidades anímicas de cada compañero oscilaban reguladas por la naturaleza de sus antecedentes de familia. La denuncia de sus genes eran trazos inconfundibles en los tonos de sus reacciones.
El medio ambiente de su desarrollo sumaba perfiles de resistencia a las convicciones arraigadas del otro. Podría presumirse una antipolaridad de antipatías, a lo que nuestro personaje consideraba obligación consecuente con los deberes elementales, que reclamaba el trabajo de su función de servicio. Nadie ignoraba el papel a desempeñarse, por quien asumiera la responsabilidad de tomar bajo sus hombros, ser el factor fundamental de la higiene del edificio escolar.
Las acciones personales valen por la conciencia que asumamos con respeto a sus alcances.
Ella, psicológicamente, no lo tenía claro, pero su conciencia moral le impulsaba a realizar sus deseos, sin preocupaciones secundarias del sayo de quien cayera. En estas muestras de liberación revelaba su natural perfil caracterológico, suficiencia de fuerzas impulsivas, para oponerlas, si era necesario, a los comentarios maliciosos de los corrillos de trabajo. Era una individualidad inconfundible en el ambiente docente. Sí, hasta acompasaba las insuficiencias colectivas en los momentos de trabajo, cuando algún estudiante extralimitaba sus inquietudes de adolescente, con más razón vibraba su sensibilidad ante las carencias de sus compañeros. Así, fue, un día que comprobó la falta de un cronómetro de la medida del tiempo, para el uso profesional de un compañero de actividades de su estima. La idea de suplir la ausencia del instrumento atrapó sus arraigadas preocupaciones de servicio. De inmediato, se entrega a la salida y solución a sus inquietudes altruistas.
Un relojero de oficio pudo darle la respuesta. El,además, de su dedicación a la reparación de aquellas máquinas, efectuaba la comercialización de cronómetros nuevos. Su oficio de mecánico respaldaba la seriedad de la clidad de las joyas de precisión de su ofrecimiento.La mayoría de los relojes presentados a la venta, eran de procedencia extranjera. Ejemplares de origen suizo.Joyas, por el diseño y modelos de ingeniería mecánica.
El reloj seleccionado para obsequio de la persona de su estima, conjugaba características muy singulares, como pieza muy sofisticada de la importación.
La caja circular de la máquina, ultrachata, para comodidad y adaptación a la muñeca de su aplicación, sostenida por una muñequera de cuerina,-piel de conejo-, con un tratamiento adecuado en el curtido, que la había impuesto de una suavidad de gamuza .El cierre de la misma se hacía por una hebilla bañada en oro,como haciendo juego con el bañado de metal precioso del anverso de la tapa de la máquina.El reverso constituía la tapa de la caja, que guardaba la delicada maquinaria de la ingeniería suiza.
Aquélla era metálica, platino acerado, con unas inscripciones distribuídas en la superficie, encerradas, por dos círculos concéntricos, así: en la faz del horario, los números de las horas estaban indicados por figuras doradas, triángulos, para las doce del meridiano, media y los cuartos de hora; las demás rep`resentaciones se hacían por rectángulos. En la superficie interna del círculo del horario, los grabados estéticos eran diversos:una torre, reproducción de la pieza de ajedrez, circundada por la figura poligonal de un pentágono, que, asu vez, incidía sobre la denominación del tipo de reloj: “DELBANA”- Por debajo de estas grabacionesd, el eje de los minuteros dorados, también marcaba el centro del círculo de los sectores del horario,y más abajo, había una expresión en rojo, u n tri´çangulo similar al signo indicador de la hora del meridiano y de los cuartos de hora, con un óvalo delimitado por las siguientes expresiones:”UNBREAKABLE-MAINSPRING”, como basamentadas por otra enunciación:” 21 JEWELS”. Y, al borde de las inscripciones numerales de la hora, opuesta a la figura representativa del mediodía, la sigla de fábrica “SWISS MADE” .Al reverso de esta faz, en la tapa de platino acerado, con mayúscula, en una faja circular, delimitada por circunferencias concéntricas, tenía grabado:”STAINLESS STEEL BACK INCABLOC WATERPROOF SWISS MADE”.
El ejemplar de relojería, por estos detalles de presentación o exigencias de manufactura, fue la primera prueba de conformidad de la obsequiante. Su idiosincrasia, así, lo reclamaba, como respuesta a las intimidades de sus sentimientos. Su comportamiento funcional, marcaba la norma en el trance de la cortesía.
El objeto que ofrecía llevaba una impronta de generosidad, distinción y calidad. Era un mensaje de su persona. Su alma, supuestamente, identificada, no esperaba la comprobación de los tiempos que el instrumento le insinuaba.
El reloj, cuando se narran aquellos recuerdos, ya hacía veinticinco años que funcionaba, sin acusar fallas en su máquina de precisión.

Carlos A.Echenique.

Con este recuerdo espero que todos aquellos estudiantes y docentes que le conocieron revivan en sus memorias a ese ser humano ejemplar.

Melba Lema
Aiguá, 22 de octubre de 2005

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